martes, 29 de junio de 2010

La fórmula del éxito

Imaginad un señor muy emprendedor que decide sacar al mercado una nueva marca. Lo tiene difícil, porque otra empresa tiene el monopolio del producto desde hace muchos años. Además, el emprendedor decide competir con un género de peor calidad y, a pesar de ello, lo pone más caro. La sociedad no necesita su nuevo producto para nada.
Con estos parámetros, cualquier entendido diría que estaba condenado al fracaso, que su estrategia es poco inteligente. Pero resulta que, contra todo pronóstico, este empresario triunfa en su empeño.
Se llamaba Henri Nestlé, y en 1866 descubrió la fórmula del éxito: la leche de fórmula.
Mezclando leche de vaca, azúcar y harina de trigo, descubrió un nuevo producto que bautizó como Harina lacteada. Una leche no materna que los bebés toleraban, lo nunca visto.
Hasta entonces, los huérfanos o los bebés de madres enfermas dependían de que hubiera una nodriza para alimentarlos.Si la compasión o el dinero no conseguían un ama de cría para ellos, morían sin remisión.
No había otra alternativa, porque los recién nacidos no toleran las leches de origen animal. No pueden digerir sus complejas proteínas. Necesitan la leche de su madre, con la composición perfecta para su propia especie.
Por eso, la Harina lacteada fue un gran invento. Sirvió para salvar muchas vidas, sobre todo de huérfanos. También liberó a la mujer, que entonces empezaba a adentrarse en el mercado laboral. Entonces no había reducción de jornada, precisamente.
El producto tuvo éxito, e incluso surgieron nuevas marcas. Pero el auge de la leche de fórmula llegó con la Segunda Guerra Mundial y después, con la masiva incorporación de la mujer al trabajo y con el desarrollo de la publicidad.
En España, este boom llegó más tarde (como todo). En los años 60, el Pelargón y compañía aterrizaron en nuestro país con la intención de quedarse. Los anuncios agresivos, los pediatras adoctrinados y la moda generalizaron el uso del biberón. Era un signo de prestigio, lo mejor para el bebé.
La teta quedó para las que no se lo podían permitir, pobrecicas...
Si la leche de fórmula siguiera sirviendo sólo para aquellos casos en los que la lactancia materna es complicada o imposible me parecería un gran invento. Acabo de leer que en Zimbaue, donde las madres transmiten el sida a sus hijos al darles el pecho, no pueden acceder a estas leches. Así que o les contagian o los dejan morir de desnutrición.
Pero hoy, en Occidente, la leche de fórmula sólo sirve para que las mujeres nos sintamos inseguras a la hora de dar el pecho, porque el biberón siempre está ahí, esperando para rescatarnos si lo hacemos mal.
Creo que debería limitarse aún más su publicidad, y que los pediatras deberían estudiar más sobre lactancia materna durante la carrera. Porque ahora promocionan la teta con la boca pequeña, sólo unos meses por eso de las defensas. Pero enseguida te convencen de que des un suplemento, o de que lo destetes y empieces con las dichosas leches de continuación, que no son más que leches de fórmula más cutres.
Nos bombardean todavía hoy con el mensaje de que el biberón es lo mejor para nuestros hijos y para nosotras. Y mientras no nos demos cuenta del engaño, los grandes laboratorios tienen la fórmula del éxito garantizada por los siglos de los siglos.

miércoles, 23 de junio de 2010

La culpa de todo

no la tiene Yoko Ono. La tiene la teta.
Está muy bien visto últimamente lo de dar el pecho. Por fin. Pero hay mucha gente que lo ve como una moda, como una novedad pasajera. Total, los médicos hoy dicen una cosa y mañana otra.
Pero dar el pecho no es una afición. Es lo natural, lo que vienen haciendo los mamíferos desde que la evolución así lo determinó hace muchos millones de años.
La leche de fórmula, en cambio, nació hace siglo y medio.
Entonces, ¿por qué tomamos como referencia para todo a los niños que toman biberón?
Hasta que se extendió el consumo de leche artifcial (años 60 en España) los niños engordaban, dormían y funcionaban de una determinada manera: la que marca la biología. Pero llegó el boom del biberón y se nos olvidó que los bebés necesitan comer cada poco tiempo, que engordan mucho al principio y que luego lo hacen más despacio; olvidamos que se despiertan por la noche para tetar y para comprobar que mamá sigue ahí y que no les hace falta la leche de vaca para nada.
Lo "normal" hoy es lo que hacen los niños de biberón, porque es lo que nuestras madres han conocido: las cacas duras, las noches de tirón, el entusiasmo ante las primeras papillas... Y cualquier comportamiento diferente se considera "anómalo", aunque lo vengan haciendo los bebés desde hace millones de años.
La teta es hoy una gran desconocida y la cabeza de turco ante cualquier problema: que el niño engorda poco, es culpa de la teta; que tiene muchio carácter, será por la teta (y por cogerlo mucho en brazos), que no quiere comer otra cosa, está enviciado con la teta. Como si todos los que toman biberón fueran regordetes, buenos y grandes comedores. De postal, vamos.
Mi hijo, por ejemplo, es muy cabezota y no le gusta nada comer. A sus 18 meses se alimenta básicamente de teta, pan, galletas, manzanas, patatas fritas y chocolate. Es un problema, lo sé. Juro sobre los libros de Carlos González que preferiría que comiera de todo. Lo aclaro porque seguro que hay gente que piensa que soy tan fan de la teta que no le dejo comer nada más.
Probablemente, si le hubiera dado leche de fórmula, como es mucho menos nutritiva que la leche materna, mi hijo habría sentido la necesidad de comer alguna cosa más. O tal vez se hubiera cegado con el biberón y estaría mucho peor alimentado que ahora. Lo que tengo claro es que tampoco sería buen comedor. Es un maniático, pone caras de asco (incluso terror) cuando le ofrezco carne o macarrones, aunque no duda en quitarme el pan o el chocolate de las manos. Leo es así, y punto.
Pero me he hartado de oír comentarios del tipo: "¿pero de verdad no come más que teta?", con toda la carga de prejuicios que conlleva. Y me canso de explicar que tengo muchas amigas que dan el pecho y que sus hijos sí comen de todo. Pero parece que es culpa mía que sea un rarito, por haberle dado teta.
Si esto fuera así, entonces todos los niños nacidos antes de que a Henri Nestlé se le ocurriera apañar la leche de vaca habrían escogido la misma dieta que mi hijo. Porque TODOS tomaban pecho. Y aunque mi hijo está sano, no tengo claro si la especie humana habría llegado hasta aquí comiendo sólo galletas.
En resumen: a ver cuándo entendemos que somos mamíferos, que la dar el pecho no es un capricho ni una moda, sino la finalidad misma de esos dos atributos anatómicos que tanto llaman la atención de algunos.

viernes, 18 de junio de 2010

Cenizas

Voy por la calle y me cruzo con una embarazada. No puedo evitar mirar con nostalgia su prominente barriga, cargada de vida y futuro. En ese momento, la mujer en cuestión ¡se enciende un cigarro!
A mí se me cruzan los cables, me acerco hasta ella y le cruzo la cara de un bofetón. "¡Pero qué haces, insensata! ¿No sabes el daño que le estás haciendo a tu bebé?".
Es una lástima, pero esta escena ocurre sólo en mi imaginación. No está bien visto agredir a las embarazadas que en el ejercicio de su libertad escogen joder a sus propios hijos.
Yo también he sido fumadora y no quiero entrar aquí en una guerra de pasivos contra activos. Sólo quiero decir que ME INDIGNA ver fumar a las embarazadas. ¿Es que no pueden pasar sin un cigarro 9 meses de su vida?
Creo que el problema radica en que no son conscientes del riesgo. Si supieran DE VERDAD lo que ocurre dentro de su placenta cada vez que fuman, lo que les pasa a sus frágiles bebés, estoy convencida de que ninguna madre sensata fumaría.
Y como los datos sobre bajo peso y demás enfermedades futuras no hacen mella en sus nicotínicas almas, voy a intentar convencerlas como me convenció a mí el jefe de pediatría de un importante hospital.
Imaginad que vuestro bebé ya ha nacido. El pequeñín llora desconsolado porque tiene hambre, pero decidís ignorarlo. Ya comerá después.
Imaginad que tiene ya 3 años. Hoy hay macarrones, su comida favorita. Llenas los platos de todos, pero cuando ves el suyo lo piensas mejor y le quitas la midad. El niño se acaba su escasa ración y pide más. Le dices que no, que ya llegará la merienda. Tu hijo se levanta triste y hambriento de la mesa. Está cada vez más delgado.
Ninguna madre haría esto, ¿verdad? Ninguna podría mirar a su hijo a la cara y negarle comida cuando tiene hambre.
Pues eso es exactamente lo que ocurre con el tabaco durante el embarazo. La nicotina, el alquitrán y demás sustancias tóxicas llegan por la sangre hasta la placenta. Muchas pasan directamente al feto, pero el mayor desastre se produce en las propias células de la placenta. El tabaco las mata a puñados.
¿Y a qué se dedican esas células placentarias? Pues son las encargadas de que los nutrientes y el oxígeno de la madre lleguen al feto por el cordón umbilical. .
Si tenemos menos células en funcionamiento, al feto le llega menos alimento. Así de simple. Por eso los bebés de madres fumadoras pesan de media al nacer 200 gramos menos que los hijos de madres no fumadoras. Porque los primeros han pasado HAMBRE.
Sé lo que me vais a decir las fumadoras: que el estrés que supone dejar de fumar también es muy malo para el feto, que sólo fumais uno o dos cigarros al día para no transmitirle ansiedad... Entiendo que os aferréis a ese clavo ardiendo, no en vano la nicotina es una de las sustancias más adictivas que existen.
Pero os tengo que tirar por tierra también este pequeño consuelo, porque no es cierto que el estrés sea peor para el feto que la falta de alimento.
Dejar de fumar del todo implica ansiedad durante dos o tres semanas, como mucho. Luego sólo se echa de menos.
Fumar un cigarro al día durante 9 meses supone matar muchas células, y no se van a levantar de sus "tumbas" porque fuméis poco. Las que mueren, muertas están para todo el embarazo.
Así que si queréis cuidar bien de vuestos hijos, apagad vuestro último cigarrillo el mismo día en que confirméis que estáis embarazadas. O antes, si queréis sufrir menos.
Pensad en lo frágil que es un embrión, un feto, pensad en lo precioso que es darle vida y alimento a través del cordón umbilical. Es sangre de vuestra sangre, literalmente.
Visto así, ¿no creéis que es el mejor motivo del mundo para dejar de fumar?

jueves, 17 de junio de 2010

Para mamá

Hoy operan a mi madre.
En principio no es nada serio, pero la palabra "tumor" deja siempre una estela de mal rollo difícil de disipar.
Ésta es la primera vez que la ingresan y mi padre y yo estamos como desubicados, sin saber qué hacer. Porque ¿qué haríamos sin ella?
Mi madre no me ha parido ni me ha amamantado, pero me ha dado todo lo que necesita un hijo: su amor incondicional. Yo estaba tan segura de su afecto, de ser lo primero en su vida, que me atrevía incluso a despertarla de la siesta para contarle cualquier cosa que se me hubiera ocurrido.
Todavía hoy es el pilar de mi existencia y confío en que siga siéndolo muchos muchos años. Como poco, hasta que mi hijo me haga abuela a mí también.
Nunca es mal momento para recordarlo. Te quiero, mamá.

martes, 15 de junio de 2010

Mea culpa

Las mujeres nos sentimos culpables por todo.
Desde que nos convencieron de que Eva era la mala de la película, el patriarcado se ha encargado de  fomentar ese sentimiento que nos ha lastrado durante siglos.

Dentro de la pareja, nos sentimos culpables si tenemos mayor nivel cultural o más nómina que ellos.
En la familia, son siempre las hijas las que se ocupan todo cuando los padres ya son mayores.
En el trabajo, estamos acostumbradas a asumir responsabilidades pero no a cobrar más, y mientras los hombres ascienden sin mirar a quién dejan atrás, nosotras nos sentimos culpables por los que no han tenido nuestra misma suerte.

Somos conscientes de que no es justo, pero no podemos evitarlo. Y ellos se aprovechan.

Cuando te conviertes en madre, entras en una nueva dimensión de la culpa. A pesar de haber llevado encima al niño, en exclusiva, durante 9 meses y haberlo parido; a pesar de las miles de noches en vela con el bebé en brazos, si un buen día te quedas tú en la cama mientras su padre se hace cargo, te sientes culpable.
Si el niño no coge bien el pecho y/o no engorda lo suficiente, seguro que tú estás haciendo algo mal.
Si destetas (pronto o tarde) te sientes culpable.
Si lo coges mucho en brazos te reconcome el pensamiento de que, por tu culpa, será un adulto dependiente y caprichoso.
Si lo dejas llorar para que entienda que no lo puede tener todo, te sientes odiosa.
Si le ocultas al pediatra que aún le das el pecho a los 18 meses para que no te vuelva a sermonear, te sientes culpable (y si no tu marido se encargará de que así sea).
Te vas a trabajar con cargo de conciencia ("mamáaa, no te vayaaass"), y cuando termina tu jornada te sientes fatal tanto si te vas pitando (el trabajo a medio hacer, ya ni te despides de los compañeros) como si te quedas ese día un poco más ("el niño ha llorado, miraba la puerta a ver si venías...")
Si te has reducido la jornada ya ni te cuento. Te incomoda trabajar menos que los demás, a pesar de saber que también cobras menos.
Si por fin una noche te decides a dejar al niño con su padre para irte de fiesta, ahora que ya es mayor, no puedes evitar pensar en tu pobre marido que se ha quedado en casa y en tu pequeñín, que seguro que llora mientras su mamá está por ahí pendoneando. Aunque te diviertas, qué mal te sientes, ¿verdad?

Mientras no desterremos este puñetero mea culpa de nuestras mentes, mientras no seamos justas con nosotras mismas, seguiremos siendo para toda la eternidad las que nos levantemos de la cama cuando llore el niño.
Y el patriarcado pervivirá.

lunes, 14 de junio de 2010

El Gestador V (y final)

Toda la familia se había vestido para la ocasión. La sala de la clínica estaba repleta de centros de flores, peluches gigantes y otros regalos. En una enorme pantalla, Iván se chupaba el pulgar. Alguien abrió una botella de champán y llenó las copas. La madre de Manuel, una ejecutiva elegante y decidida, propuso un brindis:


- Por Iván, mi primer nieto, que pronto estará entre nosotros y por la ciencia, que ha liberado por fin a las mujeres.

Todos brindaron y en ese momento el médico entró en la sala. Se hizo el silencio.

- Ha llegado el momento.

Paula y Manuel entrelazaron sus manos, expectantes.

- Ahora, los médicos abrirán el Gestador y todos podrán ver en directo la llegada al mundo del pequeño Iván.

La pantalla se dividió en dos, para mostrar simultáneamente el interior del Gestador y el exterior, donde los médicos preparaban el instrumental. Con gran facilidad, el cirujano sajó la bolsa y sacó el bebé, que comenzó a respirar sin ni siquiera llorar. La que sí lloraba era Paula, que abrazó a Manuel en medio de los aplausos.

Enseguida limpiaron al niño y lo llevaron en el nido hasta la sala. Emocionada, Paula cogió a Iván y lo apretó contra su pecho. Era el día más feliz de su vida. Con el contacto, el recién nacido comenzó a boquear en busca de alimento. La enfermera lo cogió y lo dejó en el nido otra vez. Le dio a Paula un biberón preparado y le enseñó cómo dárselo sin tenerlo que levantar.

- Sobre todo, no lo cojas en brazos que se acostumbra.

domingo, 13 de junio de 2010

Mal ejemplo en la Sexta

http://www.elmundo.es/elmundo/2010/06/12/television/1276366023.html

Qué modernas y qué monas ellas. Deseando dejar a los niños con papá. Pidiendo una guardería en la Sexta para aparcar a los niños y volcarse en el trabajo durante jornadas maratonianas. ¿De verdad no se puede ser periodista y trabajar las horas justas? ¿Por qué se considera mejor trabajador al último que se va? Al menos esos críos podrán poner la tele y ver lo guapa que sale mamá...

El Gestador IV

- ¡Gugugú!

El bebé disfrutaba con las carantoñas que le hacía Paula. Estaban en una terraza, disfrutando de los últimos días de calor de septiembre.

- Venga, Clara, es la hora del biberón.

Blanca, la madre de la pequeña, agitó el biberón pre-preparado y lo dejó listo para tomar. La niña, de tres meses, disfrutó de ese momento de intimidad en los brazos de su madre y se tomó obediente el biberón entero. En otra mesa, un bebé lloró con una intensidad desacostumbrada. Las mujeres se volvieron a mirar justo cuando la madre del niño gritón se sacaba la teta alegremente y se ponía al niño ahí. Se calmó inmediatamente.

- ¿Pero a ti te parece eso normal en pleno siglo XXI?

Blanca hablaba con verdadero rencor.

- Bueno, si ella quiere hacerlo así...

Paula la defendió tímidamente, pero Blanca ya tenía preparada la artillería.

- ¿No te das cuenta de que esos niños gritan más que ninguno? Las dichosas madres insumisas nos van a crear problemas a todos. ¿Qué pasará cuando vaya a clase con mi hijo? Podrían pegarles algo a los demás.

- Hombre, no creo que sea para tanto.

- ¡¿Que no es para tanto?! O sea que tú y yo pagamos más dinero para que nuestros niños nazcan sanos y les compramos la mejor leche. Seguimos los consejos de los médicos y les ponemos todas las vacunas habidas y por haber. Pero ellas no, ellas piensan que con el pecho ya está todo hecho. Y encima alardean de sus tripas y de sus tetas, ¡las muy atrasadas!

Paula asintió. No quería seguir discutiendo. Pero cuando vio aquel bebé mamando feliz sintió una punzada de envidia. Clara se echó por fin su eructito y su madre la volvió a dejar en el capazo. La niña no rechistó.

sábado, 12 de junio de 2010

El Gestador III

- Lo vas a desgastar de tanto mirarlo.

Manuel le tomaba el pelo cada vez que pillaba a Paula observando al pequeño Iván, que era muy a menudo. Él se metió en la cama y se quedó mirando también la pantalla como un bobo. El feto tenía ya 28 semanas y se movía mucho. Paula se puso triste de repente.

- Ahora estaría sintiendo sus patadas…

Manuel la abrazó.

- No seas tonta. Estamos haciendo lo mejor para él, y pronto lo tendremos en casa. Mira lo guapo que es. Se parece a mí…

Paula no pudo evitar sonreír y apartó a su marido de un empujón.

- Ni lo sueñes, tiene exactamente mi misma nariz.

viernes, 11 de junio de 2010

El Gestador II

Paula acudió a trabajar esa misma tarde. Se sentía un poco extraña, triste y emocionada a la vez. El médico le había explicado que durante un par de días tendría las hormonas un poco revolucionadas, hasta que la medicación hiciera efecto. No era el mejor momento, pero decidió informar a su jefa cuanto antes.

-¡Enhorabuena!.- Ana se emocionó sinceramente cuando Paula le enseñó en su móvil la imagen en directo de Iván, todavía un pequeño embrión con forma de caballito de mar.- ¿Con qué clínica lo llevas?

- Con Gesticom.

- Es la mejor. Mi hermana también lo llevó allí.

- Me han dicho que nacerá el 27 de octubre, así que me cogeré las vacaciones a partir de esa fecha.

- No hay problema. Aunque creo que Eva también sale de cuentas por entonces. Ya lo apañaré…

Ambas miraron sin poder evitarlo hacia la oficina, donde Eva charlaba con otras compañeras. Una de ellas le tocó cariñosamente la tripa.

- ¿De verdad va a seguir con el embarazo?

Ana suspiró.

- Aunque parezca increíble, sí. No consigo entender por qué se juega su carrera de este modo.

- A lo mejor tiene problemas de dinero…

- No es por eso. Creo que está en uno de esos grupos de madres insumisas. Cualquier día de estos le dolerá algo y se cogerá la baja.

- ¿Y qué pasará con su sección?

- Creo que tengo a la persona perfecta para el puesto…

Las dos sonrieron.

jueves, 10 de junio de 2010

El Gestador

- El procedimiento es absolutamente seguro, para usted y para el bebé. Se le aplica un poco de anestesia local para extraer el embrión e inmediatamente lo ponemos en el Gestador. Así de sencillo.

El médico sonrió con franqueza a la pareja. Paula estaba como en una nube desde que supo que estaba embarazada y le devolvió la sonrisa. Pero estaba nerviosa y no se acababa de decidir. Manuel le estrechó la mano con fuerza. A él sólo le preocupaba el precio, pero ahora con las subvenciones se lo podían permitir.

- ¿Y ya está? ¿No tengo que hacer nada más?

- Usted sólo tendrá que preocuparse de querer a su hijo, porque de todo lo demás nos ocupamos nosotros. Un equipo de médicos cuidará del feto las 24 horas del día. Con el Gestador desaparecen los riesgos del embarazo “a la antigua”: no hay malformaciones ni partos prematuros. De hecho, no hay parto.

- ¿Y es cierto que siempre pesan 3 kilos y medio al nacer?

- Está todo bien estudiado. Alimentamos al bebé con los nutrientes más adecuados para él y usted no se tiene que preocupar del tabaco, el alcohol o la contaminación. El Gestador es el entorno más seguro para traer al mundo a su hijo. Por no hablar de los beneficios para usted y para su cuerpo…

Paula miró a Manuel, interrogante. Él estaba completamente entusiasmado con la idea, así que desterró sus dudas y dejó que le sacaran a su hijo de las entrañas.

miércoles, 9 de junio de 2010

El dilema

Dilema:

(Del lat. dilemma, y este del gr. δίλημμα, de δίς, dos, y λῆμμα, premisa).


1. m. Argumento formado de dos proposiciones contrarias disyuntivamente, con tal artificio que, negada o concedida cualquiera de las dos, queda demostrado lo que se intenta probar.

2. m. Duda, disyuntiva.

Yo añadiría otra acepción:

3. m. Quebradero de cabeza que obliga a elegir a toda madre trabajadora entre su profesión y la crianza de sus hijos.

Me perdonarán los hombres, pero hoy en día este dilema es prácticamente exclusivo de las mujeres. ¿Por qué? Declino meterme hoy en este jardín. Lo dejamos para otro día.

El dilema se da sobre todo en profesiones vocacionales. Si una mujer está harta de su trabajo monótono y poco satisfactorio no creo que tenga ninguna disyuntiva. En todo caso su dilema será de tipo económico, pero no quiero hablar de eso ahora.

Me interesa reflexionar sobre la llamada carrera profesional y el feminismo. Cuántas infancias se han llevado por delante estas palabras. Cuántas niñeras y guarderías y horas extraescolares para que mamá pudiera trabajar.

Ha sido una dura lucha, en la que han derramado tantas lágrimas las madres como los hijos por no poder estar juntos. Pero el feminismo ha vencido. Hoy, la mujer ha demostrado sobradamente que puede acceder al mercado laboral igual que un hombre, y sólo falta alcanzar las cúpulas directivas.

Ha sido un sacrificio necesario, porque había que hacerse un hueco en un mundo de hombres. Pero el paso siguiente hay que pensarlo con detenimiento. ¿Queremos alejarnos cada vez más del nido, como hicieron ellos? Yo al menos no estoy dispuesta.

Pongo un ejemplo: a una amiga mía le ofrecieron un puesto de responsabilidad justo cuando se quedó embarazada. GRAN DILEMA. Al final, la promoción profesional fue demasiado apetitosa y se reincorporó de su baja maternal con un flamante cargo que apenas le deja tiempo para disfrutar de su hijo. Al menos su trabajo le entusiasma.

¿Qué hubiera hecho yo? Sinceramente no lo sé. Por suerte o por desgracia a mí nadie me ofreció algo tan suculento, y mi dilema fue menor. Pero si ahora me quedara embarazada otra vez, ahora que ya sé lo feliz que soy contemplando a mi hijo, si ahora me ofrecieran un puesto importante no tendría ni la más mínima duda.
¡Que le zurzan al trabajo! Si soy valiosa ahora, seguiré siéndolo dentro de 5 años cuando mis hijos ya no me necesiten tanto.

Esta postura puede parecer antifeminista, un retroceso, pero yo estoy convencida de que asumir de nuevo la maternidad será un gran paso hacia delante para las mujeres y para la sociedad en general.
Es la revolución pendiente.

martes, 8 de junio de 2010

El mal de la postergación

En economía lo llaman "procrastinación". Consiste en postergar las tareas hasta el último momento, una costumbre muy española, según dicen los expertos. Las empresas de nuestro país están a la cola de la productividad europea por esto y también por los horarios "irracionales" que nos empeñamos en mantener.
Parece que todo esto no tiene nada que ver con la maternidad, ¿o sí?
Si hay algo que postergan las mujeres españolas es, precisamente, el hecho de ser madre. Lo hacen por muchas y diversas razones que hoy me he propuesto valorar desde mi más personal subjetividad:
(Y no incluyo aquí a las que directamente no quieren ser madres, aunque con los años puedan cambiar de opinión)

1.- No tienen pareja o no es la adecuada para emprender esta aventura.
2.- No tienen trabajo.

Aquí hago un punto y aparte, porque estos son los dos únicos supuestos en los que incluso yo les recomendaría "postergar" la maternidad.

3.- Falta de estabilidad laboral.
Esto ya es más discutible. ¿Qué es la estabilidad? ¿Ser funcionario? Tal y como está el panorama ningún trabajo te garantiza un sueldo de por vida. Así que mejor lanzarse cuanto antes.

4.- Carrera profesional.
En mi entorno, ésta es la razón "number one" para postergar indefinidamente la maternidad. Si de verdad quieres ser madre algún día, ¿no crees que es mejor aparcar tu carrera a los 30 años que no a los 40? Estamos hablando de aparcarla durante un tiempo, porque los niños crecen y nos necesitan cada vez menos.
En mi caso particular, me he puesto "en barbecho" totalmente, sobre todo porque ya no pueden obligarme a hacer horas extras (¡viva la reducción de jornada!). Así que no cuentan conmigo para nada importante. Pero me da igual. Dentro de unos años, con mis hijos (por lo menos 2) ya criados, yo estaré en mi punto óptimo de maduración profesional (como un buen melón) y me comeré el mundo. Si me apetece.
Pero la opción imperante hoy en día consiste en "eslomarse" en el curro de los 30 a los 40 y, cuando por fin la trabajadora ha alcanzado las más altas cotas de su profesión, se da cuenta de que no puede postergar más sus deseos de maternidad.

5.- Viajar.
Parece una tontada, pero es lo único que a mí me pena (un poquito). Un bebé no suele ser compatible con las expediciones exóticas con las que muchos soñamos. Pero volvemos a lo de antes. Los niños crecen y el mundo seguirá estando ahí para mí cuando mis hijos sean adolescentes y quieran quedarse en el pueblo con sus abuelos.

6.- Salir, beber, el rollo de siempre...
Si con 30 años todavía es una prioridad para ti el salir de marcha, tanto como para postergar la maternidad por esta razón, entonces creo que existe un problema de madurez. Esto no es nada malo en sí mismo. Sólo hay que reconocer que no se está preparado.

7.- El egocentrismo.
Este punto resume muchos de los anteriores. Tener un hijo significa dejar de pensar en uno mismo en primer lugar y muchos no están dispuestos a abdicar.

Cada una es libre de decidir si quiere ser madre o no y también cuándo quiere serlo. Las mujeres han luchado mucho para conseguir esta libertad. Pero no olvidemos que la biología no atiende a razones, y que postergar la maternidad más allá de los 35 es un riesgo para la salud de madre e hijo. No hay que dramatizar, pero tampoco ignorar a nuestro cuerpo.
Por eso yo propongo: si realmente quieres ser madre, ¿para qué postergarlo?

lunes, 7 de junio de 2010

¿Cómo quieres que sea tu vida?

Podemos escoger. Afortunadamente vivimos en una época y en un país en el que tenemos la libertad de elegir cómo queremos vivir. Hasta cierto punto al menos.
A mí nadie me puso una pistola en la cabeza para que me hipotecara durante 35 años, nadie me obligó a firmar mi contrato de trabajo ni a casarme ni a ser madre. También podría haber escogido seguir soltera, vivir de alquiler y trabajar sólo los meses de verano para viajar el resto del año. Por ejemplo.
Las limitaciones llegan después: si quieres un piso, necesitas un trabajo estable y así sucesivamente. Pero después de escoger un camino podemos cambiar de opinión, ¿no?
Ahora que soy madre veo las cosas de otra manera, y por eso he empezado a recorrer un nuevo camino menos transitado (de momento). He escogido trabajar menos y ganar menos dinero. Una decisión que para mí ha sido sencilla, pero que para muchas mujeres no lo es.
En este camino (llamémosle Maternidad plena) no hay caprichos caros, aunque sí multitud de pequeños placeres. Siempre se ha dicho que el tiempo es oro, así que soy rica de otra manera.
Si escoges este camino, pones tu carrera profesional "en barbecho". No creo que la tires por la borda, a no ser que en tu empresa sean especialmente fascistas. Como algún periódico que yo me sé. Ya volveré a la carga cuando me dejen, y mientras tanto disfruto de mi hijo. (Sobre este punto volveré en un próximo post, que tiene tela).
En este camino no existen las horas extra (laborables, se entiende. Como madre no te las quita nadie, con reducción o sin ella). Sabes a qué hora entras y a qué hora sales y eso es fantástico desde todos los puntos de vista.
En este camino es más fácil continuar la lactancia, sin necesidad de sacaleches y otros instrumentos de tortura.
En este camino no hace falta construir guarderías y los abuelos no están obligados a nada. Bueno, los de Leo a tomar el vermú con nosotros todos los días, en alguna terracita...
Con todo esto, sólo pretendo animar a muchos otros padres y madres a recorrer este camino. El verdadero lujo es ver crecer a tu hijo y vivirlo sin prisas y sin estrés. Son sólo unos años de apretarse el cinturón y de verlas venir en el trabajo, pero es una inversión con muy buen rendimiento, os lo aseguro. ¿Quién no puede permitirse esta vida al menos durante los tres primeros años de su hijo?

sábado, 5 de junio de 2010

Underpressure

Lo más duro de ser madre no son las noches en vela ni los llantos. Lo que de verdad me deja agotada es toda esa presión social.
La sociedad nos dicta cómo tenemos que intentar ser: delgados, competitivos, con un flamante IPad... Nadie se libra de esa presión.
Pero sobre la maternidad, por la razón que sea, hay escritos muchos más preceptos y son además mucho más sagrados.
1.- El pecho hay que darlo el primer mes, porque le pasas las defensas. Pero si hay cualquier problema, por subsanable que sea, lo mejor es empezar con el biberón. La madre ya ha cumplido y no hay que insistir, que si no le trasmites estrés al bebé.
2.- Si le das el pecho cada vez que lo pida, lo estás malacostumbrando.
3.- Si llora y lo coges en brazos eres una blanda y el crío hace contigo lo que quiere.
4.- A partir del sexto mes (a veces desde el tercero) seguir dando el pecho es vicio.
5.- Si le das un potito de frutas eres mala madre; si le das leche de vaca licuada en el laboratorio no.
6.- Si te reduces la jornada eres una valiente a la que nunca subirán el sueldo.
7.- Si no sales de marcha porque no te gusta dejar al niño por la noche eres una antigua (y una machista: ¡que se quede tu marido!)
8.- Si no te gusta hacer planes sin tu hijo eres una madre demasiado dependiente y tu hijo no sabrá desenvolverse en la vida.
9.- Si no le pegas nunca un cachete al niño no sabrá lo que es la disciplina y se volverá insoportable.
10.- "¿¡Que duerme en vuestra cama!?"
Desde que decidí ser una madre insumisa y saltarme todas estas leyes no he dejado de soportar consejos bienintencionados y miradas de reproche. Este blog es mi respuesta, la válvula de esta olla a presión que es la maternidad.

Me gustaría hacerme la sueca, pero....

.... pero de momento vivo en España. Un año de baja maternal, permisos retribuidos, cheque-bebé progresivo, horarios racionales, trabajo por objetivos, etc... Son medidas por las que habrá que luchar, si queremos una sociedad donde pese más lo personal que lo profesional. Será la segunda batalla de esta revolución.
Pero la primera está en nuestras propias mentes. Si trabajamos demasiado y no vemos a nuestros hijos, no podemos culpar solamente al Estado. Porque ya existen herramientas para conciliar: reducción de jornada, excedencias... En Navarra, un estudio reciente revela que un 13 por ciento de la población activa se ha acogido a la reducción por cuidado de hijos, en su gran mayoría mujeres.
El problema es que, hoy en día, estas dos posibilidades suponen un gran esfuerzo. Durante una excedencia, obviamente, no cobras nada, así que esta opción es para los desahogados económicamente o para los que se administran muy bien. La reducción de jornada, en cambio, permite seguir teniendo ingresos. Se pierde sólo lo que se trabaja de menos, y la mayoría de las familias podrían salir adelante con 200 o 400 euros menos al mes. Es cuestión de apretarse el cinturón.
En mi caso particular, tengo una reducción de jornada gracias a la cual puedo disfrutar de mi hijo. Trabajo de 16 a 21 horas y mi marido lo hace de 7 a 3. No necesitamos llevarlo a la guardería, ni
se lo encasquetamos a los abuelos si no es imprescindible. Ahora cobro unos 400 euros menos que antes y hay veces que no llegamos a fin de mes. Pero nos merece la pena.
Otro día me explayaré más con este asunto, porque no se trata sólo del esfuerzo económico, ¿verdad?

viernes, 4 de junio de 2010

Sin ánimo de ofender

Comienzo este blog con la intención de publicar mis opiniones sobre crianza.
Es mi visión subjetiva, claro está, pero es la que yo creo mejor para la sociedad. Así que me voy a dedicar a criticar las corrientes imperantes y habrá gente que pueda sentirse ofendida: madres que decidieron no dar el pecho, embarazadas que fuman, trabajadoras que dejan a sus hijos con terceras personas durante horas y horas...
Quiero dejar claro que RESPETO LA LIBERTAD de cada persona. Cada uno puede hacer lo que quiera con su vida. Pero hay actitudes que no me gustan y las pienso criticar abiertamente.
Si molesto a alguien, aquí van mis disculpas de antemano. Esta revolución exige cortar unas cuantas cabezas...

He venido para hacer la revolución

Sí, has leído bien. He abierto este blog, a pesar de mi innata pereza, porque creo firmemente que es mi deber soliviantaros a todos para cambiar el mundo. Vaya educación la mía, aún no me he presentado.

Soy Cristina: madre, compañera, periodista, delegada sindical y revolucionaria. Había pensado adoptar el apodo de "madre insumisa", un término acuñado por la socióloga Isabel Aler que me encanta, pero ya estaba cogido. Una lástima. Porque se trata de eso: como personas, como mujeres y como madres se nos exige sumisión, se espera que actuemos conforme a las normas y que no rechistemos.

Pero a mí eso de resignarme no se me ha dado nunca bien, y no es eso lo que quiero enseñarle a mi hijo. No quiero destetarlo porque ya tenga dientes, no quiero que duerma solo en su habitación, no quiero pegarle una bofetada cuando se porte mal y no quiero que me obedezca ciegamente. Tampoco quiero llevarlo a la guardería para que socialice, ni quiero preocuparme por lo que pasará con mi carrera profesional si me reduzco la jornada o si pido una excedencia. No quiero que el dinero, en general, gobierne mi vida y, sobre todo, no estoy dispuesta a perderme los mejores años de mi vida trabajando sin parar.

Reinvindico pues el derecho de madres y padres a criar a sus hijos y el derecho de los niños al amor incondicional de sus padres. Y no pararé hasta convenceros a todos de que no hay nada, NADA más maravilloso que contemplar a tu hijo durmiendo feliz en tu regazo.

¡HE VENIDO PARA HACER LA REVOLUCIÓN!
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