Mucha gente de mi entorno sabe que soy prolactancia, no lo escondo e incluso hago propaganda sacándome la teta en cualquier momento y lugar. Muchos conocen este blog y saben, por tanto, mis opiniones sobre los biberones o la crianza no respetuosa. El que quiere lo lee y el que no tiene interés, pues no. Algun@s amig@s me han pedido consejo durante su embarazo o en los primeros meses, lo que me ha dado la oportunidad de compartir mis sencillos conocimientos. Otras me han dejado claro clarísimo que todo esto del apego y la teta les parece una chorrada, postura que me da cierta pena, pero que debo respetar. Al menos con ellas no gasto saliva en balde.
Pero hay ocasiones en las que no sé qué debo hacer. Cuando unos padres recientes, amigos pero no íntimos, comparten conmigo sus inquietudes de primerizos, ¿me están pidiendo consejo?
Si se acostumbra a la tetina y a la comodidad de la leche cayendo sin esfuerzo, cada vez mamará menos. Y como la producción de leche se ajusta a la demanda, en dos meses esa fuente natural de defensas y de muchas otras cosas se habrá secado. Al niño no le pasará nada grave, aunque probablemente enfermará con más frecuencia: mocos, fiebres, otitis...
Si se lo sigue poniendo al pecho, y si se atreve a cortar por lo sano con el biberón cuando el niño empiece a ganar peso, la lactancia funcionará casi con toda seguridad. El niño crecerá más sano porque tomará el alimento que correspone a su especie. Y la madre, además, mantendrá un vínculo especial con su hijo y se sentirá más capaz como mujer. ¿Se sienten frustradas todas las que no logran dar el pecho? Creo que las que querían darlo y no pudieron sí se sienten mal.
¿Qué hice yo al conocer esta situación tan delicada? Esos padres están a punto de escoger un camino sin retorno, teta o bibe, aunque ellos piensen que podrán mantener lo bueno de ambos mundos (lactancia mixta) durante varios meses. Podría haberme callado educadamente, y dejarles seguir pensando así. Pero entonces ese niño acabará dejando el pecho y yo me sentiré fatal. Así que me metí donde nadie me llamaba (¿o sí?) y le expliqué al nuevo papá lo que sé de la lactancia mixta y le aconsejé cortar con el biberón lo antes posible si de verdad creían en las bondades de la lactancia materna.
Me siento en la oblgación de compartir lo que sé, no puedo evitarlo. Para tomar una decisión libremente hay que tener toda la información posible, ¿no? Si luego optan por el biberón, que lo hagan en conciencia. Yo no los voy a juzgar (al menos callaré educadamente). No me meteré en lo que ya no tiene remedio, pero si aún hay tiempo de cambiar las cosas, de asegurarle una buena teta a un niño, ¿cómo voy a callarme?
Mi marido opina que no debo hacer apología si no me preguntan directamente, y le entiendo. Pero soy como soy. Si alguien no quiere mis consejos, que no me cuente nada, por favor.
De todos modos, yo no tendría este dilema tan a menudo si todos los pediatras hicieran bien su trabajo. Si supieran más de lactancia materna, si conocieran adónde conduce la lactancia mixta y dejaran de recomendarla, si informaran correctamente a los padres de lo que arriesgan con un sencillo biberón, si les preocupara de verdad la salud de los niños y no sólo su percentil, otro gallo cantaría. Porque saber e informar es su obligación como médicos, no la mía.