miércoles, 21 de septiembre de 2011

Marrana lo serás tú

¡Sorpresa! Vuelvo a escribir, aunque después de tanta sequía no sé si me leerá nadie. La indignación y la necesidad de desahogo no violento me ha traído de nuevo hasta aquí.

He leído hoy una noticia (de ayer) sobre la red de salas de lactancia que está promoviendo la Asociación "3ymás" en Zaragoza y que pretenden ampliar por toda España. No soy yo muy partidaria de crear rincones apartados para que coman los niños (que de eso se trata), pero entiendo que muchas madres se cortan en público, y que muchos bebés se alborotan si ven gente. Además, estas salas permiten cambiar los pañales en condiciones, que menuda odisea es limpiar una caca fuera de casa. A veces es más higiénico para el crío dejarlo todo cagado que meterlo en ciertos baños.

Me ha gustado especialmente leer que un céntrico restaurante de Zaragoza ("La mafia se sienta a la mesa") ha adaptado la antigua zona de fumadores en una sala de juegos, para que los papás podamos salir a comer con nuestros hijos sin sufrir microinfartos cada cinco segundos ("no corras entre las mesas", "con el cuchillo no se juega", "no te tumbes en el suelo que te van a pisar" y otras escenas habituales).

Allí que estaba yo con mi alegría de saber que podré comer pizza tranquila un día de estos, cuando me ha dado por leer los comentarios a la noticia y se me ha esfumado el buen humor. Aquí os cito a la inefable Lauri:

"Yo estoy hasta las narices de estar comiendo en un restaurante y que la de la mesa de al lado se saque las tetas. Me parece muy poco decoroso. No iré a ese garito. Y lo que quiero es la lista exhaustiva de todos los friki-bares en los que van a permitir tamaña guarrada"

Qué simpática, ¿verdad? Por supuesto, he respondido al comentario enseguida. Pero como lo he hecho desde el móvil y se me ha actualizado la página o qué sé yo, se ha borrado y me ha dado pereza volver a escribirlo. Casi mejor así, porque no había sido nada elegante.

Por eso he vuelto al blog. Porque aún queda mucho subnormal suelto que no se ha enterado que las tetas son la COMIDA (y el consuelo) del niño. ¿Cómo puede parecerle una guarrada a nadie? A mí no me da asco ver comer a los demás en un restaurante. Bueno, a algunos sí, la verdad.

Así nos luce el pelo. Parece que somos un país muy avanzado, porque aquí las mujeres no vamos con burka y porque podemos divorciarnos y hacer topless. Pero en realidad estamos todavía en la Edad Media. Iba a decir en las cavernas, aunque luego he pensado que en esa época seguro que tenían menos prejuicios que ahora.

Mi esperanza es que algún día estas retrógradas sean una minoría minúscula (siempre las habrá), y hasta que llegue ese momento me esforzaré todo lo posible en escandalizarlas con mis pechos de madre al aire, orgullosos y libres de toda vergüenza.
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