lunes, 13 de septiembre de 2010

Se acabó lo bueno

Adiós a los buenos tiempos para Leo y para mí. Se acabaron las mañanas infinitas, el despertarse a la vez y hacer el tonto en la cama, los juegos y los paseos sin prisa, las siestas no programadas (y las siestas del cordero de mamá, antes de comer). A partir de mañana, tendremos que decir adiós a nuestro pequeño paraíso mañanero.

Mañana martes empiezo a llevar un nuevo horario, sin dejar la reducción de jornada, para poder asumir un segundo trabajo. No lo hago por dinero, aunque es cierto que con el sueldo reducido no nos llega ni para pipas. La vida es así, y te ofrece nuevas oportunidades sin pensar si es el mejor momento. No podía dejar escapar este proyecto, porque me gusta demasiado. Y decirles algo como "mejor me lo vuelves a ofrecer el año que viene, que Leo ya irá al colegio" no era una opción. Si yo decía que no,  otro ocuparía el puesto y cuando Leo fuera al colegio yo me arrepentiría de haber perdido este tren.

Son sólo 4 horas a la semana, que se suman a las 25 que trabajo en la tele. No parece mucho, pero como coinciden con el horario que llevo actualmente, he tenido que hacer encaje de bolillos para apañarme. Ahora trabajaré lunes, miércoles y viernes de 4 a 9, como hasta ahora, y los martes y jueves de 10 a 15, para después acudir al otro curro de 7 a 9. Desde aquí quiero agradecerle a mi jefe que me haya permitido este tótum revolútum.

Hasta ahora, cuando yo me iba a trabajar a las cuatro, Leo se quedaba con mi marido (que trabaja intensivo de mañanas). Una ecuación perfecta para los tres. Ahora, los martes y los jueves, tendré que dejar al niño con mi padre o con mi suegra, que afortunadamente no trabajan y están más que dispuestos.

Sé que la mayoría de las madres tienen que dejar a sus hijos con terceras personas (abuelos o guarderías) desde que son muy pequeños, y que mi lamento les parecerá un signo de debilidad. Al fin y al cabo, tengo la suerte de tener ante mí un nuevo proyecto que me va a llenar como profesional y que me obligará a dejar a Leo "sólo" dos días a la semana.

Pero no puedo evitar cierta tristeza al pensar en nuestro pequeño paraíso perdido de las horas sin fin, un lujo construído a costa de mi salario en el que me sentía muy feliz.

Hasta ahora he hecho lo mejor para mi hijo y ahora voy a hacer lo mejor para mí. Espero haber escogido un buen momento, pues ya tiene 20 meses. Tendré que convivir con el cargo de conciencia de tener que dejar a Leo tantas horas seguidas.

Soy, definitivamente, una madre blandengue. Y mañana le voy a echar mucho de menos.

4 comentarios:

Eva dijo...

Animo, como todo en la vida, los comienzos y los cambios son los mas duros, ya veras como dentro de un tiempo lo veras todo mas claro y sobre todo mas relajada!

Paz dijo...

Mucho ánimo Pemán!! Has hecho lo correcto guapa, y cuando le cuentes a Leo el día de mañana que los sacrificios traen recompensas se dará cuenta de que en realidad tiene una súper madre!! El mejor ejemplo para él.

Besicos!

Nat dijo...

Seguro que os echais mucho de menos los dos, pero ya sabes, las oportunidades hay que tomarlas cuando se presentan. Leo con 20 meses ya es un muchachito, seguramente lo vas a pasar tu peor que el. Mucha suerte en tu nuevo trabajo.

Paula dijo...

En Chile si eres profesional lo "normal" es q lo dejes a los 3 meses con la niñera en tu casa. Lo pienso y me angustia.

Yo estoy disfrutando cada dia de estos, ya 17, meses con el juntitos. Fuerza! Tu sufriras mas q el.

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