sábado, 18 de septiembre de 2010

En pelota picada

Así está Leo en este momento. Desnudo como cuando me lo sacaron del vientre.

Casi todas las mañanas lo dejo un buen rato sin pañales, porque le gusta ir con la cola al aire y a mí no me importa limpiar alguna meada de vez en cuando. Ahí tiene su bonito orinal por si suena la flauta, pero de momento es un juguete más, un cochecito sin ruedas para ir por casa.

Pero ahora ha aprendido a quitarse el pijama con facilidad pasmosa, y va como él quiere: en pelotas todo el santo día. No tiene nada de malo, ir desnudo es muy agradable y yo también iría desnuda por casa si viviera en Canarias (por el clima lo digo). El caso es que el otoño ya está aquí y hace un poco de fresco. Pero no hay quien le meta el concecpto en la cabeza al troglodita de mi hijo. No hay manera de vestirlo.

Encima le hace mucha gracia ver a mamá persiguiéndolo con un pijama/pañal en la mano: "Ven aquí, que hace frío para ir desnudo". Ja. Quien tenga un niño con carácter como el mío sabrá que es absolutamente imposible vestirlo contra su voluntad. Así que normalmente soy yo la que se rinde y le deja seguir en contacto con su lado primitivo.

Lo malo es por las noches, cuando hay que ir pensando en acostarse. Mamá y papá suelen estar cansados, y Leo como una moto.

Fase uno: quitarle el pañal sucio. Juega un rato pero se deja. ¡La cola al aire, qué gustirrinín!

Fase dos: ponerle uno limpio, quitarle la camiseta y ponerle el pijama. Ja, ja.

Durante un rato lo intentamos de buenas: "Leeeeooo, ven aquíiiii. Mira, te voy a poner esto para ir a dormir, cariño". Sí, claro, mamá. Ahora voy, y mañana me comeré un plato de judías verdes...

Lo dejamos estar un rato, porque no tenemos fuerzas para pelear. A ver si esta noche cuela...

Pero casi nunca lo hace. Cuando empieza a hacerse tarde, papá o mamá tienen que asumir el papel de poli malo y llegan las lágrimas y las patadas. Se debate como una fiera, tanto que muchas veces gana él el primer asalto.

Cuando ya ve que vamos en serio, no se nos acerca siquiera. Se queda con su desnudez desafiante en la otra punta del sofá. Hasta que en un descuido lo cazamos y lo vestimos a la fuerza. Luego un ratico de teta-consuelo y se acabó. Creo que es el único rato en que llora en todo el día, quitando los golpes y caídas. Pero hay que oírlo, menudos pulmones...

Espero poder razonar con él sobre este asunto cuando sea un poco más mayor. De momento, nos arreglamos así: por la noche te visto a las malas, pero por el día te dejo ser nudista.

Que las diosas de las inmunoglobulinas transferidas por la leche materna lo amparen y lo libren de todo catarro.

3 comentarios:

Ana dijo...

jajajaja, a ver si es verdad y no se resfria!!

David ahora está en un momento parecido...cuando le quito el pañal me cuesta un montón ponerle uno limpio...

Y es que hay que comprenderlos...estan tan a gustito con el culete al aire!!jejeje

Armandilio dijo...

Me ha hecho gracia porque mi hijo Jon tuvo una época nudista también.
Recuerdo que se quitaba la ropa hasta en casa de los abuelos...
El caso es que, como dices, no se resfriaba y, para vestirlo, también era un show.

Incluso hubo algún día que tuvimos que ponerle el pijama estando ya dormido...

Con tu permiso me la llevo al resumen semanal de Bebés y más.

Australia dijo...

Jajajajaja. Mis dos hijos pasaron por ese trance también. Lo pero era que yo les vestia para dormir y cuando me levantaba aparecían en pelotas y hasta sin pañal. No sé cómo se las apañaban...
al fin pasó la etapa y creo que lo hemos medio conseguido con el peque. Aunque le encanta ir desnudo. Menudas juergas en la piscina de casa con los vecinos este verano.

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