martes, 28 de septiembre de 2010

Si no te movilizas...

... pierdes tu capacidad de cambiar las cosas ahora y en el futuro.

Si no haces huelga, estás aceptando el recorte de tus derechos laborales.

Si no te movilizas, te expones a ser despedido sólo porque tu empresa tenga una menor previsión de beneficios.

Si no protestas, le saldrá además muy barato: la empresa sólo tendrá que indemnizarte con 12 días por año trabajado; los 8 días restantes los pagamos entre todos.

Si no secundas el paro, podrán cambiarte de turno, de puesto de trabajo e incluso de ciudad, sin dar más explicaciones.

¡No te resignes!

Entre todos, podemos parar esta reforma laboral que recorta nuestros derechos.

¡Súmate a la huelga general!

sábado, 18 de septiembre de 2010

En pelota picada

Así está Leo en este momento. Desnudo como cuando me lo sacaron del vientre.

Casi todas las mañanas lo dejo un buen rato sin pañales, porque le gusta ir con la cola al aire y a mí no me importa limpiar alguna meada de vez en cuando. Ahí tiene su bonito orinal por si suena la flauta, pero de momento es un juguete más, un cochecito sin ruedas para ir por casa.

Pero ahora ha aprendido a quitarse el pijama con facilidad pasmosa, y va como él quiere: en pelotas todo el santo día. No tiene nada de malo, ir desnudo es muy agradable y yo también iría desnuda por casa si viviera en Canarias (por el clima lo digo). El caso es que el otoño ya está aquí y hace un poco de fresco. Pero no hay quien le meta el concecpto en la cabeza al troglodita de mi hijo. No hay manera de vestirlo.

Encima le hace mucha gracia ver a mamá persiguiéndolo con un pijama/pañal en la mano: "Ven aquí, que hace frío para ir desnudo". Ja. Quien tenga un niño con carácter como el mío sabrá que es absolutamente imposible vestirlo contra su voluntad. Así que normalmente soy yo la que se rinde y le deja seguir en contacto con su lado primitivo.

Lo malo es por las noches, cuando hay que ir pensando en acostarse. Mamá y papá suelen estar cansados, y Leo como una moto.

Fase uno: quitarle el pañal sucio. Juega un rato pero se deja. ¡La cola al aire, qué gustirrinín!

Fase dos: ponerle uno limpio, quitarle la camiseta y ponerle el pijama. Ja, ja.

Durante un rato lo intentamos de buenas: "Leeeeooo, ven aquíiiii. Mira, te voy a poner esto para ir a dormir, cariño". Sí, claro, mamá. Ahora voy, y mañana me comeré un plato de judías verdes...

Lo dejamos estar un rato, porque no tenemos fuerzas para pelear. A ver si esta noche cuela...

Pero casi nunca lo hace. Cuando empieza a hacerse tarde, papá o mamá tienen que asumir el papel de poli malo y llegan las lágrimas y las patadas. Se debate como una fiera, tanto que muchas veces gana él el primer asalto.

Cuando ya ve que vamos en serio, no se nos acerca siquiera. Se queda con su desnudez desafiante en la otra punta del sofá. Hasta que en un descuido lo cazamos y lo vestimos a la fuerza. Luego un ratico de teta-consuelo y se acabó. Creo que es el único rato en que llora en todo el día, quitando los golpes y caídas. Pero hay que oírlo, menudos pulmones...

Espero poder razonar con él sobre este asunto cuando sea un poco más mayor. De momento, nos arreglamos así: por la noche te visto a las malas, pero por el día te dejo ser nudista.

Que las diosas de las inmunoglobulinas transferidas por la leche materna lo amparen y lo libren de todo catarro.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Crianza y cultura

Esta tarde he tenido que escuchar de nuevo la frase de "¿Que duerme contigo en la cama? No lo vas a sacar en la vida", seguida de "Los niños son unos chantajistas". Lo ha dicho una amiga a la que quiero mucho y que no tiene hijos todavía.

Como tengo confianza con ella me he puesto a soltarle el rollo: que si la mayoría de los niños del mundo duermen con un adulto ("Pues será por falta de espacio", ha contestado), que si está demostrado que los niños necesitan biológicamente la atención y el contacto físico de los adultos,... Creo que he predicado en el desierto.

Porque somos esclavos de la cultura que nos ha tocado vivir, y es muy difícil salir del bosque y mirarlo desde fuera. Nos parece que sólo hay una manera "correcta" de criar y educar a nuestros hijos, y no nos damos cuenta de que "ahí fuera" cada cultura tiene sus propias fórmulas y objetivos, igualmente correctos desde su punto de vista.

Esto no se me ha ocurrido a mí, claro. Me ha abierto los ojos un libro, "Nuestros hijos y nosotros" de Meredith Small. Es una etnopediatra que analiza distintas culturas a lo largo y ancho del mundo, centrándose en los niños y su cuidado. Y resulta muy revelador.

Hoy no voy a entrar a detallar las cuestiones que más me han interesado y que darán para muchos post venideros. Lo que me interesa es conocer, por curiosidad, cómo pensáis vosotros que hay que criar a los niños, explicando por qué es mejor de esa manera y no de otra.

Si os apetece participar, escribid teniendo en cuenta aspectos como la lactancia, el sueño y el colecho, el llevarlos en brazos o no, si hay que dejarlos llorar y cosas así. Estaría bien que aclararáis de dónde sois, si creéis que es relevante, y si tenéis hijos.

Animaros a dejar vuestra opinión. Hagamos nuestro propio estudio de etnopediatría...

lunes, 13 de septiembre de 2010

Si no queréis currar hasta los 67...

... aprovechad la HUELGA del próximo día 29 para protestar HACIENDO EL AMOR.

Sí, como Dinio, pero sin condón. Haced el amor y concebid hijos, porque sólo el aumento de la natalidad puede librarnos del aumento de condena laboral. El sistema de pensiones está cada vez más descompensado: hay muchos cobrando prestaciones y pocos currando para pagarlas. Bienvenidos sean los inmigrantes.

Por eso, el Estado debería favorecer las políticas de natalidad, que van mucho más allá del cheque-bebé. Y nosotros, por nuestra parte, deberíamos cambiar el chip, que tener hijos no supone tanto esfuerzo. Nos estamos acomodando demasiado.

Si no queremos que nos recorten los derechos, tendremos que decirlo bien alto. En la calle el día 29 y en la cama esa misma noche (a la hora que mejor le venga a cada uno, y tantas veces como os apetezca).

¡Llenemos España de niños para poder jubilarnos a los 60!

Se acabó lo bueno

Adiós a los buenos tiempos para Leo y para mí. Se acabaron las mañanas infinitas, el despertarse a la vez y hacer el tonto en la cama, los juegos y los paseos sin prisa, las siestas no programadas (y las siestas del cordero de mamá, antes de comer). A partir de mañana, tendremos que decir adiós a nuestro pequeño paraíso mañanero.

Mañana martes empiezo a llevar un nuevo horario, sin dejar la reducción de jornada, para poder asumir un segundo trabajo. No lo hago por dinero, aunque es cierto que con el sueldo reducido no nos llega ni para pipas. La vida es así, y te ofrece nuevas oportunidades sin pensar si es el mejor momento. No podía dejar escapar este proyecto, porque me gusta demasiado. Y decirles algo como "mejor me lo vuelves a ofrecer el año que viene, que Leo ya irá al colegio" no era una opción. Si yo decía que no,  otro ocuparía el puesto y cuando Leo fuera al colegio yo me arrepentiría de haber perdido este tren.

Son sólo 4 horas a la semana, que se suman a las 25 que trabajo en la tele. No parece mucho, pero como coinciden con el horario que llevo actualmente, he tenido que hacer encaje de bolillos para apañarme. Ahora trabajaré lunes, miércoles y viernes de 4 a 9, como hasta ahora, y los martes y jueves de 10 a 15, para después acudir al otro curro de 7 a 9. Desde aquí quiero agradecerle a mi jefe que me haya permitido este tótum revolútum.

Hasta ahora, cuando yo me iba a trabajar a las cuatro, Leo se quedaba con mi marido (que trabaja intensivo de mañanas). Una ecuación perfecta para los tres. Ahora, los martes y los jueves, tendré que dejar al niño con mi padre o con mi suegra, que afortunadamente no trabajan y están más que dispuestos.

Sé que la mayoría de las madres tienen que dejar a sus hijos con terceras personas (abuelos o guarderías) desde que son muy pequeños, y que mi lamento les parecerá un signo de debilidad. Al fin y al cabo, tengo la suerte de tener ante mí un nuevo proyecto que me va a llenar como profesional y que me obligará a dejar a Leo "sólo" dos días a la semana.

Pero no puedo evitar cierta tristeza al pensar en nuestro pequeño paraíso perdido de las horas sin fin, un lujo construído a costa de mi salario en el que me sentía muy feliz.

Hasta ahora he hecho lo mejor para mi hijo y ahora voy a hacer lo mejor para mí. Espero haber escogido un buen momento, pues ya tiene 20 meses. Tendré que convivir con el cargo de conciencia de tener que dejar a Leo tantas horas seguidas.

Soy, definitivamente, una madre blandengue. Y mañana le voy a echar mucho de menos.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Tiempo, divino tesoro

Me ha costado arrancar después de las vacaciones, pero aquí estoy. Se me ocurrían muchos temas para este primer post, pero no me decidía por ninguno. Pero al final voy a hacer caso a Rebeca, una compañera, y voy a hablar de lo bien que lo he pasado este mes con mi pequeña familia.

He tenido vacaciones todo el mes de agosto, de tirón, y me ha cundido mucho. Hemos estado en la playa con mis padres, en el pueblo de mi marido con mis suegros y ¡por fin los 3 solos! en una casa rural de Cantabria. He leído sin parar, me he arrugado en la bañera y he hecho el muerto en la piscina, me he engordado nosecuántos kilos comiendo cosas ricas (esos huevos fritos de corral, mmmm....) y, sobre todo, he disfrutado perdiendo el tiempo con Javi y con Leo.

El verdadero lujo en esta vida es el tiempo, poder disponer de él para lo que te apetezca, para estar con quien más quieres. El dinero sólo sirve si tienes el suficiente como para comprar tiempo libre. Los pobres, entre tanto, tenemos las vacaciones. Y cuando tienes hijos, el verano es un oasis donde recuperar todos los momentos perdidos por culpa del trabajo.

Por eso me ha sorprendido leer en el Dominical del Periódico esta semana, en la columna de la escritora Najat El Hachimi, que para muchos padres resulta agotador pasar tantas horas con sus retoños, cuando por fin pueden hacerlo. La mujer viene a decir que tenemos idealizada la maternidad, y que no todo son desayunos de anuncio en familia y sonrisas. Que se puede acabar hasta el moño si ejerces de madre o padre las 24 horas.

No digo yo que no sea cansado estar todo el día pendiente de los críos, porque lo es; ni que no sean saludables unos momentos a solas. Pero es que todo el artículo destila un aroma que ya llevo oliéndome mucho tiempo: que para muchos, los hijos son una carga y no un placer.

En mi caso, durante el resto del año, mi marido y yo nos repartimos el cuidado del niño: yo por las mañanas y mi marido por las tardes. Esto significa que, cada uno en su horario, tenemos que estar pendientes al 100%. Eso sí que cansa, porque luego además debemos cumplir nuestro horario laboral. Pero en vacaciones todo cambia, porque estamos los tres juntos y un rato lo vigila su padre y otro rato yo. Así ambos podemos "desconectar". Yo no necesito alejarme de Leo para respirar tranquila ni para sentirme mujer además de madre.

También es verdad que sólo tengo un hijo (de momento) y que todavía es pequeño (20 meses ya). Imagino que con dos niños de 7 y 9 años, por ejemplo, revoloteando por ahí, la cosa cambia. Pero creo que los padres de hoy tenemos que cambiar el chip. Nadie nos obliga a tener hijos (madres y suegras no cuentan), así que ¿por qué nos quejamos tanto?

Otro término que se oye mucho es lo del "tiempo de calidad", un eufemismo que consuela a todos aquellos padres que apenas ven a sus hijos y que quieren creer que con un ratito, pero bueno, ya han cumplido. Entiendo que a veces no es posible trabajar menos horas, pero al menos llamemos a las cosas por su nombre. Tengamos claro que no estamos haciendo lo mejor por nuestros hijos y enfadémonos contra el sistema que nos obliga a pasar tanto tiempo lejos de ellos.

Remata la columna del Dominical diciendo que "como tenemos tan pocos niños y los tenemos tan poco rato, lo que estamos obligadas a decir es que esos días de descanso han sido maravillosos". Pues yo no lo digo por quedar bien: este verano con mi marido y con mi hijo ha sido verdaderamente maravilloso.
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