lunes, 10 de enero de 2011

Doña Quijota

"Se enfrascó tanto en su letura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro de manera que vino a perder el juicio".

Los libros de caballería le tenían sorbido el seso al bueno de Don Quijote. Y por lo visto, cualquier día yo me voy a poner el orinal de Leo en la cabeza y me voy a poner a embestir viejas por la calle (por ejemplo. Se aceptan sugerencias).

En mi caso, son los libros sobre crianza los que me han vuelto loca. Eso piensan al menos varias personas muy cercanas a mí. Parece que defiendo la conciliación, la lactancia, el colecho, los brazos y el no dejar llorar porque lo he leído en algún sitio. Soy una persona sumamente influenciable, sin criterio propio, que aplica a rajatabla todo lo que dicen los gurús de la crianza. Sólo los de mi cuerda, claro, que para distinguirlos en la librería y descartar los Estivill y compañía sí que me queda seso.

¿Puede ser malo leer demasiado, informarse demasiado sobre algo? Yo creo que no. En una entrevista le preguntaban esto mismo a Carlos González, y él opinaba igual. Lo importante es distinguir lo que está bien documentado de lo que no, lo que son opiniones de lo que son hechos, lo que está científicamente demostrado de las suposiciones. Y eso es lo que intento hacer. No en vano soy periodista y mi trabajo consiste en seleccionar las fuentes más fiables.

¿Puede ser perjudicial para mi hijo conocer un poco más sobre la psicología infantil, sobre la evolución del ser humano, sobre las necesidades biológicas de los niños? Para ser buena madre o buen padre no es imprescindible documentarse, basta muchas veces con seguir el instinto. ¿Pero quién escucha de verdad su instinto y no lo que la sociedad ha determinado que es "lo mejor" para el niño?

En los años 70, los médicos sentaron las bases "científicas" de lo que era bueno y malo para los bebés. Se inventaron lo de las 3 horas, lo de dormir en su cuarto, lo de dejarles llorar... Nestras madres escuchaban estos argumentos de sus pediatras y no los ponían en duda.

Hoy, otros profesionales sí han puesto en duda estos principios y han ofrecido alternativas. La crianza con apego no es nada nuevo, sólo una revisión de todos esos argumentos pseudocientíficos que ahora se demuestran erróneos. Es la vuelta al instinto, el regreso a nuestro origen mamífero. Un paso hacia atrás, porque rectificar es de sabios.

Siempre he sido una lectora compulsiva. Es parte de mi ser, virtud y condena. Así que en cuanto me quedé embarazada comencé a devorar todo libro sobre gestación y crianza que cayó en mis manos. Y puedo decir que la mayoría son más malos que el sebo. No dicen más que perogrulladas, intentando llenar ese vacío que tanto nos asusta a las madres primerizas. Poca información y mucha tontería. A continuación, un resumen de los que me han parecido interesantes y de los que directamente me han sorbido el seso.


¿Qué se puede esperar cuando se está esperando? Un clásico. Detalla semana a semana lo que le ocurre al feto y a la madre. Creo recordar que no fomentaba especialmente la lactancia. Un poco tocho, y la señora de la mecedora da mal rollo. Recomendable en su conjunto.



Embarazada, de la australiana Kaz Cooke. Vivencias personales del embarazo de esta divertida mujer. Tronchante en algunos capítulos. Pero, como el anterior, lo sentí algo ajeno. No he visto muchos servicios de lavandería de pañales por Zaragoza, la verdad. ¿Para cuándo un buen libro sobre el embarazo made in Spain?






Ella va a tener un bebé ¡y yo un ataque de nervios! Regalo para futuros papás. Entretenido, con dibujos y con poco contenido, como a ellos les gusta (es broma...)
Y entonces llegó él....



Carlos González le supo poner nombre a lo que yo sentía que debía hacer. Grandes dosis de sentido común y de humor para empatizar con tus hijos y aprender a respetarlos. Me hizo cuestionarme muchos comportamientos que yo creía incuestionables.



La maternidad y la búsqueda de la propia sombra. O las pajas mentales de Laura Gutman. Fue todo un descubrimiento, aunque no es un libro para todos los públicos. Denso, complejo y con ideas muy osadas, diría yo. Me gusta mucho, aunque no coincido con todo lo que dice. Es abrumador pensar que todo afecta, que todo puede causar un trauma. Pero los argentinos son así....



Nuestros hijos y nosotros, de Meredith F. Small. La etnopediatría me dejó fascinada. Conocer cómo funciona la crianza en otras culturas es la mejor herramienta para abrir la mente y quitarse los prejuicios. Hay más de una manera de hacer las cosas, y eso es bueno saberlo.





El concepto del Continuum. Jean Liedloff se perdió en el Amazonas y observó a los yecuanas. Sus niños no lloraban casi nunca y todos parecían felices. Probablemente todos lo seríamos si siguíeramos siendo cazadores-recolectores. De allí, la autora extrajo el concepto del Continuum: los bebés humanos nacen con unas expectativas marcadas por su especie (contacto físico, no convertir al niño en el centro de atención,...) y si no se cumplen, empiezan todos los problemas (rabietas, insomnio...). Me gustó el razonamiento, pero no creo que exista una especie de "corriente cósmica" que se trasmite de bebé a bebé y que les hace esperar una cosa u otra. Me parece que su observación es certera, pero después lo ha "flipado" un poco. Porque ella lo llama continuum, pero ya lo había descubierto Darwin mucho antes. Se llama evolución.


Éste es el último que me he leído. Se lo regalé a mi marido por Navidad y nos ha encantado a los dos. Además normaliza cuestiones como la lactancia, el colecho y las paranoias paternales. La escena en la que el niño se imagina que sus padres son dos clicks de playmobil es memorable. Os lo recomiendo.


Éste es un resumen de las lecturas más importantes. Seguro que me dejo alguno, y por supuesto que me voy a leer muchos más. No he entrado en ninguna secta, no soy una "radical" ni se me ha secado el seso. Simplemente me gusta profundizar en estos temas, reeducarme y superar prejuicios.  No digo que sea mejor madre por eso, pero tampoco me hace peor que las demás, ¿no?
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